Llevo enseñando a cantar más 25 años y en todo este tiempo no he encontrado a nadie que no pueda aprender a cantar o a mejorar su manera de cantar. Por lo tanto diré que todos pueden aprender a cantar. Sin embargo voy a tratar de explicar desde el punto de vista de la neurociencia por qué esto es así.
Antes de empezar con la explicación voy a explicar qué tiene que suceder en una buena clase de canto:
– Se debe hacer un buen diagnóstico para valorar los aspectos a potenciar en las mismas. No hay dos voces iguales, no hay dos cerebros iguales, por lo tanto las soluciones y las intervenciones se deberán realizar de manera individualizada.
– Es importante valorar a los alumnos en función de su etapa vital (infancia, adolescencia, adultez, senescencia) para comprender si el grado de desarrollo o deterioro físico va a condicionar la práctica.
– Es necesario valorar los conocimientos musicales previos; por ejemplo en niños y adolescentes suelen existir limitaciones en cuanto al aprendizaje de la música y personas más adultas pueden tener una mayor madurez musical.
– Hay que valorar cuál es el objetivo del aprendizaje. No todas las personas que asisten a las clases de canto lo hacen para convertirse en un cantante profesional.
Una vez se tiene ese diagnóstico ya es cuestión de planificar el proceso y guiarlo para que las personas puedan disfrutar de todos los beneficios que provoca cantar pero hacer este diagnóstico desde un punto de vista científico y no sólo artístico.
Para mí, y para pedagogos como Jannice Chapman: cantar es y en resumen la acción de coordinar cuerpo, mente y emociones para producir sonidos musicales con la voz.
Como se puede deducir, es una definición amplia pues no hace referencia a cantar un tipo de repertorio o de una determinada manera. Todas las culturas cantan, es un hecho humano universal por eso cada cultura tiene unos criterios artísticos y estilísticos propios que han de ser respetados.
Lo que nos dice la ciencia es que no se trata de un don innato sino una habilidad humana susceptible de ser aprendida y mejorada a lo largo del tiempo. Lo que sucede es que es una actividad compleja a nivel físico (las partes del cuerpo implicadas en la fonación) y mental (las partes del cerebro que deben ponerse a trabajar de manera simultánea).
Cantar requiere que la persona adquiera una serie de competencias mentales, musicales, corporales, vocales… durante un periodo de tiempo y después las mantenga y las automatice con la práctica habitual. A cantar se puede aprender prácticamente a cualquier edad, siempre teniendo en cuenta los condicionantes físicos y psíquicos propios de cada etapa vital.
Además, la capacidad de cantar emerge ya en la más tierna infancia sin embargo es necesaria la práctica sostenida en el tiempo para que se desarrolle y se establezca como una habilidad a la que los niños pueden recurrir y mejorar, es decir, es el entorno el que debe propiciar que los niños canten a lo largo de toda su infancia y adolescencia para que la habilidad de cantar se incorpore a su set de competencias, como sucede con cualquier otra habilidad que esté relacionada con el aprendizaje neuromuscular como patinar, ir en bici o nadar.
Es importante destacar que loss niños y las niñas no tienen un aparato fonador y respiratorio plenamente desarrollado y van a tener limitaciones en cuanto la tesitura o frecuencias disponibles para cantar o la longitud de las frases que pueden mantener pero no hay ninguna razón científica por la que los niños no puedan cantar o asistir a clases de canto. Es curioso cómo socialmente entendemos que los niños van desarrollando su motricidad con el tiempo, los estímulos y la práctica y sin embargo nos cuesta entender que en el aprendizaje del canto sucede lo mismo. No se nos ocurre pedir a un niño de dos años salte a la cuerda a la pata coja o juegue un partido de fútbol haciendo regates o chutando el balón haciendo pases largos desde un lado del campo al otro con precisión. Sin embargo no dejamos de estimular el juego, el desarrollo de la motricidad y la mejora de las habilidades.
Lo mismo sucede al cantar, el hecho de que no puedan cantar una canción completa, tener una tesitura reducida o que no puedan memorizar una letra o no sigan el ritmo con precisión no ha de impedirnos animar esa práctica pues es gracias a la misma y a la maduración sensorial, física y cognitiva cómo se aprende a cantar.
De hecho, existe una ventana de aprendizaje cerebral en cuanto a la mejora de las aptitudes musicales que se cierra a los 11-12 años y que se debe saber aprovechar aunque el instrumento vocal no esté maduro y en crecimiento. La inmadurez vocal no debe impedir el recibir formación vocal, sin embargo, ésta debe considerar qué pueden o no pueden hacer los niños en cada momento en función de la misma, igual que no impide que se pueda aprender a tocar el piano o el violín desde pequeños.
Y algo similar sucede cuando los chicos y las chicas llegan a la adolescencia y los cambios físicos acelerados modifican todo su aspecto físico y vocal.
Todos ellos pasan por la muda de la voz y es normal, saludable y algo a celebrar. Necesitan adaptarse a su nuevo cuerpo y a su nueva voz pero no tienen por qué dejar de cantar. La ciencia ya nos ha demostrado que es un error apartar a los adolescentes de la práctica vocal, son los educadores los que han de saber como abordar esta etapa. Es tarea de los educadores: profesores de canto, profesores música, de coro, etc… guiar ese proceso y afrontarlo con naturalidad.
Si la persona que se acerca al mundo del canto es ya adulta, nos encontraremos con unas estructuras corporales y vocales más estables pero en proceso de osificación (en mayores de 45-50 años se tendrá en cuenta que la osificación de los cartílagos restará ductilidad a la laringe) y quizás con limitaciones en la posibilidad de incrementar sus aptitudes musicales si estas no se han ejercitado en la infancia. Sin embargo la madurez, las experiencias musicales y la motivación pueden ser factores que compensen estas cuestiones.
Aun así y según mi experiencia la práctica totalidad de mis alumnos han mejorado su capacidad de cantar gracias a las clases de canto y a la planificación individualizada y a la retroalimentación que se produce en la interacción profesor de canto-alumno. Es decir, tanto niños y adolescentes como adultos se van a beneficiar de asistir a clases de canto con un profesor de canto de manera regular.
Quizás debamos explorar que nos dice la ciencia de lo que supone para un ser humano cantar.
En base a las investigaciones realizadas por los neurocientíficos y los pedagogos, Dalla Bella y Berkowska propusieron en el 2009 el modelo del bucle vocal sensorimotor (Vocal Sensorimotor Loop (VSL) para entender cómo se interaccionan todas las partes del cerebro a la hora de cantar. No existe una única parte del cerebro que se encargue de cantar sino que son varias regiones las que han de coordinarse.
Este modelo que se representa en la imagen
El bucle vocal sensorimotor (Vocal Sensorimotor Loop (VSL)) es un modelo basado en los descubrimientos del funcionamiento cerebral mientras se canta y se muestra efectivo a la hora de analizar los resultados que se manifiestan en el proceso de aprendizaje del canto ya que se puede plantear si las dificultades que los alumnos presentan se deben a deficiencias en el procesamiento auditivo, a la implementación motora (fonación), a la retroalimentación del resultado ya sea interno o externo, a la percepción del resultado sonoro o a la memoria.
Cuando los alumnos tienen un bagaje musical escaso es muy posible que necesitemos trabajar el procesamiento auditivo desde actividades diversas como pueden ser: escuchar música diversa focalizando la atención a diferentes aspectos (la melodía, la armonía, el ritmo, la letra, la estructura de la obra), replicar en un instrumento musical (teclado, xilofón, etc) secuencias de sonidos o frases musicales o transcribir música, hacer dictados musicales, es decir, mejorar la capacidad de imaginar el sonido sin hacerlo.
Los alumnos que no tienen conocimiento del funcionamiento de la voz y el control de los parámetros del sonido deben adquirir o mejorar su voz cantada y construir su esquema corporal vocal que les permita una buena coordinación cerebral entre el area auditiva y el área motora. Para ello es necesario trabajar con los parámetros de la voz: postura, respiración, emisión, resonancia y articulación de manera sistemática.
Aquellos alumnos que no son capaces de apreciar si el resultado sonoro es adecuado en cuanto frecuencia (afinación, más agudo/más grave), timbre (color vocal), intensidad (más fuerte, más suave) o duración (más largo o más corto), necesitarán del oído experto del profesor de canto que vaya guiando su experiencia motora y auditiva con el fin de ganar en autonomía y poder monitorizar su manera de cantar mientras canta.
Por esta razón el contar con una buena retroalimentación externa acelera los aprendizajes, muchas veces las sensaciones de una buena práctica vocal se pasan por alto o no se les presta la atención necesaria como para fijarlas en la memoria auditiva y muscular.
Y por último, la memoria juega un papel muy importante en el bucle, tanto la memoria a corto plazo como la memoria a largo plazo. En una clase, la memoria a corto plazo permite realizar ejercicios vocales y recordar no sólo la secuencia de sonidos sino las sensaciones que provocan los ejercicios. La memoria a largo plazo permite evocar tanto los sonidos como las sensaciones y esto permite automatizar la práctica vocal a la hora de aprender canciones y repertorio.
En una clase de canto se ha de prestar mucha atención en qué parte del bucle hay que intervenir y de qué manera. Y en el momento de abordar las canciones es necesario implementar las cuestiones técnicas pero atender los aspectos que deben ser priorizaos.
Cada vez que se aprende una canción nueva es necesario activar todas las conexiones del bucle y revisar tanto los aspectos auditivos, los motores, los memorísticos o la retroalimentación que puedan estar comprometidos.
Podemos decir que cuando se consigue coordinar, estabilizar y automatizar el bucle sensorimotor en la práctica del canto podemos decir que la persona sabe cantar.
Otra cuestión muy diferente sería si todas las personas que aprenden a cantar pueden desarrollar una carrera profesional como cantante, y aquí intervienen muchos más factores que pueden determinar que una persona pueda llegar a convertirse en cantante profesional, desde cuestiones culturales, educacionales, sociales e incluso económicas.
Cada persona y cada voz posee características únicas. Por eso, en una clase de canto en la que se produce una atención personalizada o en pequeño grupo, se producen grandes avances.
En el proceso de aprendizaje es esencial una retroalimentación tanto interna del propio alumno como externa potente. Este factor es clave para que el aprendizaje sea sostenido y acelerado en el tiempo. La automatización del proceso de cantar es un proceso que tiene que estar conveniente pautado.
Cuando vemos a una persona que canta con naturalidad y sin esfuerzo es porque todos los procesos implicados están automatizados gracias a la práctica y al funcionamiento orgánico de la voz.
No hay voz que no pueda aprender a cantar. Sí que es verdad que hay voces más aptas para unos estilos u otros, en una clase de canto el profesor de canto orientará al alumno en estos aspectos. Si bien es cierto que la versatilidad es una cuestión positiva en la formación el un cantante, no hace falta cantar todos los estilos y géneros para ser un buen cantante o llegar a ser un buen profesional. Y ahí tenemos ejemplos de cantantes de pop, rock, de jazz, de lírico, de teatro musical que viven cantando ese estilo en concreto.
DALLA BELLA, S. y BERKOWSKA, M. (2009) Singing and Its Neuronal Substrates: Evidence from the General Population. Contemporary Music ReviewVol. 28, No. 3, June 2009, pp. 279–291
DALLA BELLA, S. (2015). Defining poor-pitch singing: a problem of measurement and sensivity. Music Perception, VOLUME 32, ISSUE 3, PP. 272–282.
HEDEN, D. (2016). An Overview of Existing Research about Children’s Singing and the Implications for Teaching Children to Sing. National Association for Music Education
TROLLINGER, V (2007). Pediatric Vocal Development and Voice Science: Implications for Teaching Singing. General Music Today; Vol. 20 Issue 3, p19-25, 7p
TROLLINGER, V (2010). The Brain in Singing and Language. General Music Today 2010; 23; 20
TSANG, CH.D. FRIENDLY, R.H. y TRAINOR, L.J. (2011) Singing development as a sensorimotor interaction problem Psychomusicology: Music, Mind & Brain, Vol. 21, No.1 y No. 2
VILLAGAR, I. (2019). Cómo enseñar a Cantar a Niños y Adolescentes: Fundamentos técnicos y pedagógicos de la voz cantada (Taller de Música). Ed. Ma Non Troppo.
VILLAGAR, I. (2015). Guía práctica para cantar. (Taller de Música). Ed. Ma Non Troppo.
VILLAGAR, I. (2019). Como enseñar a cantar a niños y adolescentes (Taller de Música). Ed. Ma Non Troppo.